miércoles, 3 de agosto de 2011

FASES DEL DUELO

             Los especialistas en los procesos de duelo han identificado unas “fases” o momentos. No se trata de un desarrollo etapa por etapa sino que dependiendo de muchos factores pueden ir y venir sobre una línea horizontal. Cada quien tiene su tiempo para vivir el duelo.
            La primera es la de aflicción aguda donde hay un shock emocional, se presenta incredulidad ante los hechos, alteración de la comprensión, confusión y angustia. Así mismo se pueden presentar síntomas físicos como ahogo, mareos, inapetencia, sudoración fría, entre otros.
            La segunda fase se trata de la conciencia de la pérdida. Pasado el agite del funeral, la verdad golpea con fuerza la realidad se presenta un desasosiego por la separación y es común exclamaciones de ruego y ansia de volver a ver al difunto. El estrés y los sentimientos de culpa atacan sin consideración. Aparecen los “si yo hubiera”, “si el médico hubiera” , “si Dios hubiera”, etc. Se acrecientan los sentimientos de rabia, intolerancia e ira, hasta por lo más insignificante. Acompaña esta fase una búsqueda constante del fallecido, se siente su presencia y aumentan lo sueños relacionados con la situación.
            Un tercer proceso es  la “Conservación aislamiento”. La mayoría de los testimonio de personas en duelo coinciden en afirmar que es la más dura y que se aproxima a la depresión como enfermedad. El doliente prefiere estar solo y presenta una sensación de cansancio y desánimo. Hay una impaciencia porque el dolor no cesa y un repaso obsesivo de los hechos. El apoyo social disminuye porque “aburre” a los demás tanto lloriqueo y lamentaciones. La necesidad de sueño aumenta producto del cansancio físico y mental.
       Viene un momento de aceptación emocional e intelectual de la pérdida, a esto se le llama “cicatrización”. En ella se reconstruye una nueva persona, es como una renovación. Se retoma el control de la propia vida. Se asumen nuevos roles, inclusive los que desempeñaba el ser perdido. Se reconoce que se aprendió algo de esta experiencia. Comienza la tarea de reconstruir el mundo en sus tres esferas: realidad, sentido de la vida y personalidad. Como parte del proceso de adaptación se perdona y olvidan  situaciones conflictivas del pasado.

          Cuando se acepta la realidad y se acomoda a su nueva circunstancia viene la Renovación. Aquí el apego a la persona fallecida se ha desatado y se vive para si mismo, Descubre y se reconoce una valentía que antes no veía. Acá también se excluye al fallecido de las actividades cotidianas y se aprende a vivir sin él o ella. A pesar del largo recorrido, las fechas especiales o de aniversario pueden traer consigo angustia, como en las etapas iniciales.


Puedes encontrar más información en http://montedeoya.homestead.com/duelos.html.



3 comentarios:

ANA MARIA dijo...

SOLO DIOS NOS DA LA FORTALEZA Y LA SABIDURIA PARA CONTINUAR LA VIDA, YA QUE LA PARTIDA DE UN SER QUERIDO ES LO MAS DURO, QUE VIVE UN SER HUMANO, SEA QUIEN SEA EL SER QUERIDO.

nancy dijo...

Dios y el tiempo nos dan la fuerza necesaria para aceptar la muerte de un hijo y sobrellevar su ausencia de la mejor manera posible

REYNZA dijo...

Todo dolor es fuerte, pero mas cuando la pérdida es accidentalmente (por la espontaneidad) y sobretodo cuando es único hij@, que convive y comparte con la madre, ademas su única compañia, éste caso el único sanador sería Dios y el tiempo que lo cura todo